Tejados ajardinados: ahorra energía y gana en calidad de vida y estética
Durante muchos años las construcciones de viviendas unifamiliares se han realizado siguiendo un patrón muy similar. Paredes de ladrillo o piedra, tejas de cerámica o pizarra, calefacción de gasóleo y decoración tradicional. Poco a poco los constructores se empiezan a atrever con nuevos diseños, a menudo importados de otros países, y combinando varias técnicas se consiguen casas tan agradables a la vista como habitables, y a menudo ahorrando dinero. A inspiración de las antiguas casas islandesas ya se empiezan a ver más a menudo construcciones con tejados ajardinados, una alternativa que ofrece mucho más de lo que parece a simple vista.
Olvida las tejas
El objetivo principal de las tejas es proporcionar protección ante los elementos. La cerámica o la pizarra garantizan impermeabilidad y aislamiento térmico y acústico, pero solo hasta cierto punto. La pizarra por ejemplo, al ser negra, absorbe mucho el calor del sol en verano, con lo que tiende a calentar la casa justo cuando no se necesita. En invierno no obstante, no es tan efectiva al haber menos horas de luz y su virtud como calefactor natural desaparece. Un tejado ajardinado con césped y otras plantas garantiza precisamente un equilibrio perfecto entre frío y calor, haciendo de regulador natural. Una capa de plantas de unos 30cm retiene una gran cantidad de calor que de manera natural se escapa de la casa a través del tejado. Igualmente, al estar éste aislado por la vegetación, impide que se sobrecaliente en exceso en verano. Con esto conseguimos un doble objetivo, no perder calor cuando hace frío y mantener la estancia fresca en los meses de calor.
Además del aislamiento térmico, también proporciona un aislamiento acústico evidente. Si bien es cierto que no es tan necesario en el caso de los tejados, este mismo método se puede aplicar perfectamente a las paredes, lo que refuerza su efecto aislante al resto de la casa.
Pese a que el remate de un tejado nos da la oportunidad de ser todo lo innovadores que queramos, probablemente ninguna combinación de materiales sea tan espectacular como la de tener un jardín completo en la parte superior del edificio. En países como Suiza la ley obliga a que una parte importante de las nuevas construcciones tengan plantas en sus azoteas, lo que da pistas sobre las externalidades positivas que conlleva este tipo de instalaciones en las casas, no solo para sus propietarios, sino para todo el vecindario en general.
Mantenimiento relativamente sencillo
Es cierto que una cubierta ajardinada conlleva un mantenimiento mayor que un tejado tradicional, pero los beneficios pueden compensarlo. El agua de lluvia suele ser suficiente para mantener el tejado en buenas condiciones la mayor parte del año.
La instalación no es tan complicada, aunque sin duda se necesitará contar con expertos que nos indiquen qué tipo de vegetación es la más conveniente teniendo en cuenta el tipo de construcción y el entorno.
Terreno y tipo de construcción
Es cierto que no todas las casas son adecuadas para este tipo de instalaciones, pero sin duda es una buena idea tenerlo en cuenta antes de levantar los cimientos, ya que contando con esa posibilidad de manera inicial será mucho más sencillo aplicarlo a posteriori.
La opción ideal para este tipo de construcción es contar con un terreno inclinado al que podamos sacarle partido. La idea es que la parte de arriba de la casa, el tejado, esté en contacto directo con el suelo, de manera que no haya una diferenciación real en la parte que acaba el césped del jardín y empieza el tejado. De este modo tendríamos una integración completa de la casa en nuestro entorno, lo que en términos ecológicos es ideal, además del ahorro que tendremos en cuanto a la climatización de la vivienda.