Tipos de casas: ¿conoces las casas pasivas?

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¿Estás buscando alternativas de viviendas que sean eficientes en términos energéticos y amigables con el medio ambiente? Las casas pasivas emergen como una opción innovadora y sostenible en el panorama arquitectónico moderno. Estas construcciones, también conocidas como casas de consumo energético casi nulo, están diseñadas para maximizar la eficiencia energética y minimizar su impacto ambiental. 

Y es que, en un mundo cada vez más consciente de la necesidad de reducir el consumo de energía y las emisiones de carbono, las casas pasivas representan una respuesta innovadora a los desafíos del cambio climático y la sostenibilidad. Estas viviendas están meticulosamente diseñadas para mantener una temperatura constante y confortable en su interior.  

En este artículo, exploraremos en detalle qué son las casas pasivas, cómo funcionan y cuáles son sus beneficios tanto para los ocupantes como para el medio ambiente. 

¿Qué son las casas pasivas?

Las casas pasivas son aquellas que se valen de la arquitectura bioclimática para obtener una construcción de alta eficiencia energética mientras mantiene un confort adecuado para sus habitantes a lo largo del año.  

Este modelo de casas fue desarrollado en Alemania donde son típicos los inviernos bastantes fríos. De hecho, la primera casa que se construyó fue a finales de los años 90, en Darmstadt, cerca de Frankfurt. En nuestro país, la primera construcción de casa pasiva fue en 2009.  

En definitiva, esta edificación eficiente busca reducir al máximo la demanda energética de la vivienda mediante estrategias de diseño global. Concretamente, reduce un 90% el consumo energético respecto a una casa normal. 

Principales características de las casas pasivas

Algunas de las características más importantes de las casas pasivas son:  

  • El aislamiento térmico de estas casas es tal que apenas hay pérdida de calor. Por lo tanto, apenas gastaremos en calefacción o aire acondicionado. Es factible mantener una temperatura inferior de 24o sin recurrir a la electricidad.  
  • Puertas y ventanas a las que ‘no se les escapa nada’: Recurrir a triple acristalamiento, bajas transmitancias y una correcta instalación puede ahorrarnos pérdidas costosas de calor. 
  • Ventilación natural cruzada durante los meses de verano. 
  • La orientación de la vivienda es clave para obtener una casa pasiva. 
  • Ausencia de puentes térmicos. Un diseño pensado y bien aplicado que garantice la continuidad del aislamiento en todos los puntos de la envolvente del edificio. Así se evitan los puentes térmicos o puntos débiles por donde se pudiera fugar la energía. 
  • Hermeticidad: Esta hace referencia a que todos los cerramientos de la vivienda aseguren la estanqueidad de la casa, evitando así pérdidas de calor.  
  • Diseño de protección solar: Para evitar sobrecalentamientos. 

Una vez concluida la casa, ésta debe pasar la correspondiente auditoria del Passivhaus Institute. Es decir, del organismo alemán de investigación independiente responsable del primer proyecto piloto que se llevó a término en 1990.  

En nuestro país ya se han desarrollado numerosos proyectos (bloques de viviendas, oficinas, geriátricos, colegios…) que cuentan con el certificado Passivhaus a lo largo del territorio peninsular. Además, se espera que, con la concienciación sobre las energías renovables y el respeto por el medio ambiente, la cifra siga aumentando.  

Casa pasiva

¿Qué factores hay que tener en cuenta en las casas pasivas?

A continuación, enumeramos algunos condicionantes a la hora de crear una casa pasiva:  

  • Localización geográfica: La ubicación de una casa determina su clima y orientación. Esto influye significativamente en sus condiciones de habitabilidad.  
  • Condición climática: Mediante registros históricos y modelos predictivos, es posible acceder a información detallada sobre el clima de una determinada ubicación. Podemos conocer horas de sol, la cantidad y frecuencia de las lluvias, la humedad relativa y las temperaturas promedio. 
  • Función de la casa: Si se trata de un espacio de trabajo, si es una vivienda habitual o segunda residencia. 
  • Número de habitantes y rutinas: Es importante saber el uso que se hará de la casa, los espacios que se necesitarán y cuándo se utilizarán.  
  • La forma del edificio y su relación con el entorno que le rodea. 

Ventajas de vivir en una casa pasiva

Veamos paso a paso cuáles son las ventajas de vivir en una casa de este tipo.  

  • Temperatura ambiente constante sin necesidad de encender calefacción o aire acondicionado. 
  • Humedad relativa por encima del 40%: Por debajo de 40% nuestras mucosas se resecan, reduciendo nuestras defensas naturales y dejando vía libre a virus y bacterias para entrar en nuestro organismo. 
  • Se reduce en un 90% el gasto de calefacción y refrigeración: Siendo el 10% restante la energía necesaria para calentar agua para ducha y baño, así como la generación de electricidad para electrodomésticos e iluminación.  
  • Reducción de las emisiones de CO2: Al garantizar el uso de energías renovables, se reducen las emisiones de CO2 a lo largo de la vida útil del edificio.  
  • Mejor aislamiento acústico: El hecho de tener ventanas con mayor aislamiento térmico y muros bien aislados, mejora el aislamiento acústico del exterior. 
  • Rápida amortización: Una casa pasiva no compite en eficiencia económica a la hora de su construcción, pero a la larga llega a ser más rentable gracias al ahorro de la llamada ‘hipoteca energética’. 

 En definitiva, una casa pasiva se traduce en una vivienda con unas necesidades muy bajas en calefacción y refrigeración. Se trata por tanto de un estándar de construcción que combina un elevado confort interior, en invierno y en verano, con un consumo de energía muy bajo a un precio asequible. 

 

Guía para ahorrar en casa de Vía Célere